No existe tal cosa como una iglesia católica vacía
No existe tal cosa como una iglesia católica vacía. Nunca. Durante la celebración de el Santo Sacrificio del Altar, ¡¡El altar está repleto de ángeles y santos!! Simplemente no podemos verlos... todavía.
Está Jesús en todo su esplendor, está su Santísima Madre, los Ángeles, los Santos y la multitud del Cielo que desde arriba presencia tan grande acontecimiento; están las almas del Purgatorio y los fieles que no ven nada de lo que en realidad allí pasa. El momento de la Consagración repite el mismo rito de aquel Jueves de la Última Cena cuando Jesús se crea a Sí mismo en las especies de pan y vino, especies que no dejan de ser pan y vino y que son a la vez el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de nuestro Dios de Gloria. El pan y el vino son el velo de tan grande Majestad.
No aguantaríamos tanto Amor Real, caeríamos, a no ser que se nos otorgase la Gracia de verlo.
No podemos mirar a lo que es Celestial por el pecado.
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