Revelaciones de Nuestro Señor Jesucristo a Isabel Kindelmann I
Tu humildad sea tan grande que irradie bondad y amor sobre todos con quienes trates.
No te canses nunca de contemplar mis Santas Llagas, de donde sacarás siempre gran fuerza.
Si tu amor viniera a menos, dirígete a Nuestra Madre Celestial, Ella llenará tu corazón con abundante amor hacía Mí.
Pide siempre a Nuestra Madre que te guarde en oculta humildad. Aprende a hablar con cada uno de tus prójimos de tal forma que por tus palabras los conduzcas hasta Mí. ¡A Mí me debes pedir, de Mí debes sacar amor!
Mira con confianza hacia arriba, hacia Mí, y pide abundantes gracias.
Sigue siendo muy pequeña. Disuélvete en Mí "como gota de agua en el vino".
En medio de tu familia, sé un sacrificio ardiente. Especialmente los sacrificios pequeños, insignificantes, debes hacerlos, y ¡ven a Mí porque sufro abandonado!
"¡No te busques a ti misma! Ya he repetido muchas veces que Yo te quiero enteramente para Mi! ¡Renuncia a ti misma! ¡Nada se interpondrá entre tú y Yo!"
Cuando te santigües nunca estés distraída. Piensa siempre en las Tres Divinas Personas. Lo que ahora te voy a decir, hazlo público: ¡Santíguate cinco veces seguidas mientras piensas en mis Santas Llagas! Mira siempre a mis Ojos bañados de sangre de tantos golpes, que de ti también he recibido".
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