Mayo: Mes de María

 




Oración: Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.

No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas favorablemente. Amén.
Pidamos las gracias que deseemos alcanzar hoy por intercesión de nuestra Madre, María... Y para ello, la saludaremos con las avemarías y las jaculatorias siguientes:

  1. Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador. Avemaría.
  2. Acueducto de las divinas gracias, concededme un verdadero arrepentimiento de mis pecados. Avemaría.
  3. Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría.
  4. Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. Avemaría.
  5. Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo. Avemaría.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración final: ¡Oh, Señora mía! ¡oh, Madre mía! Yo me ofrezco del todo a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro/a, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.
Madre, aquí tenéis a vuestro hijo/a. (3 veces)
En Vos, Madre mía dulcísima, he puesto toda mi confianza y nunca jamás seré confundido. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Dulce Corazón de María, sed mi salvación.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.

La Virgen María ha prometido a muchos santos que quién rece diariamente tres Avemarías tendrá su auxilio durante la vida y muy especialmente en la hora de la muerte para morir en la amistad de Dios.
La Iglesia ha recomendado siempre el rezo de las tres Avemarías como medio eficacísimo de asegurar nuestra salvación.

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